¿Por qué muchas empresas se dirigen al fracaso?

Muchas empresas hoy en día siguen contratando a su personal en función de los estudios y sin preocuparse en ningún momento por las habilidades personales que no se pueden demostrar en una entrevista. ¿Eres una persona que le gusta trabajar con objetivos? ¿No te gustan los cambios? ¿Necesitas trabajar con un equipo que te de seguridad y tranquilidad? ¿Cómo puede entonces una empresa darse cuenta de que están contratando a la persona correcta para el puesto?

Hoy en día, existen alternativas. Ya dirijas la empresa, estés en búsqueda de empleo o gestiones personas dentro de la entidad donde te encuentras actualmente (o trabajes directamente con ellas) es posible dar un paso más.

Si tu labor es la de RRHH o te has interesado antes por la gestión de personas dentro del ámbito laboral, sabrás que las capacidades intrínsecas, innatas y adaptativas al entorno, son tanto igual o más importantes que las técnicas. Las habilidades técnicas requieren tiempo y empeño, pero las habilidades blandas suponen un esfuerzo de mayor índole, dado que están directamente relacionadas con tu carácter y forma de ser y eso, es algo difícil de llegar a cambiar.

Pero, ¿si no se trata de cambiar si no de desarrollar?

No se trata de dejar de tener ímpetu al enfocarnos en una tarea que nos apasiona. Se trata de entender que las personas que nos rodean no perciben el mismo grado de importancia que tú en ese objetivo. Y eso está bien, lo respetas, a veces lo llegas a entender, otras no, pero te mantienes en la distancia. Sin embargo, en ocasiones de estrés, explotas contra la persona que actúa fuera de los estándares “establecidos para el éxito en el objetivo” o contigo mismo, porque no comprendes sus reacciones. Resulta que vuestros perfiles son totalmente distintos

Eso sí, vuestro objetivo es el mismo. ¿Por qué sucede eso? William Moulton Marston se planteó esta pregunta ya antes de 1928, cuando, en un intento por entender el perfil psicológico habitual en los seres humanos determinó cuatro formas de actuar que tanto tú, como tus compañeros, tus jefes, las personas que realizan la entrevista, tu familia, tu pareja, poseen.

Un poco de todo y mucho de algo

Esta frase podría resumir lo que Marston descubrió a través de sus investigaciones. A pesar de que todos poseemos esos cuatro hábitos de comportamiento en relación a nuestra forma de actuar y nuestros objetivos, los niveles de cada comportamiento son distintos en cada persona. Lo más esclarecedor de estos indicadores son las situaciones en las que nos encontramos bajo presión. Nuestro “piloto” automático se acciona de manera directa y podremos mantener mejor o peor la calma en función de nuestro perfil, nuestras emociones y la importancia que le damos a lo que está sucediendo.

Si estás directamente enfocado a los objetivos sin tener en cuenta en gran nivel de las personas, tus actuaciones no serán igual que las de la persona orientada al protocolo de actuación. Tu continuarás con tu tarea mientras que una persona orientada al proceso, se detendrá, analizará la situación, elaborará un plan de nuevo y poco a poco continuará.

La antelación es la clave

Ahora, observa. Imagínate que ya dominas el Lenguaje DISC (del que Marston hablaba y ha desarrollado un análisis objetivo). Ya no es que conozcas qué habilidades blandas posees y en cuáles pararte más para avanzar como profesional. Además, conoces la de los demás. La de las personas a las que entrevistas y diriges a un puesto determinado. La de tus clientes, que van a dirigirse a la compra del producto de un modo u otro según su carácter, y la de tus colaboradores. En conclusión, puedes anticiparte, apoyar y desarrollar en el grado que desees tus habilidades o la de las personas bajo tu cargo para llegar a la meta con más facilidad y sin el estrés habitual. Es decir, crear trabajo/puesto/servicio de calidad.

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